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Esta traducción es y será hasta que la termine una espinita en mi corazón, como cualquier proyecto sin terminar, que no deja de susurrar en un rincón de mi mente y de vez en cuando toma fuerza y se pone a chillar. Hoy se ha combinado un chillido activado por el comentario de una lectora (gracias, Kurop0n!) con un día medianamente despejado, así que he retomado el capítulo 8, y rápidamente me he vuelto a enamorar de la historia. No voy a dar fecha para el siguiente, pero sí voy a asegurar que habrá un siguiente, porque me niego a abandonar la traducción. Y propósito de enmienda: no vuelvo a empezar un proyecto por capítulos si no tengo al menos un puñado traducido antes de publicar el primero. Disculpad las molestias.
Título: El proyecto sin título de Jared Padalecki
Título original: The Jared Padalecki Untitled Project
Autora:
sometimesophie
Pairing: Jensen Ackles / Jared Padalecki
Rating: PG-13
Disclaimer: Jensen y Jared se pertenecen el uno al otro. La magnífica historia pertenece a
sometimesophie. Yo solo traduzco y hago squee con su talento.
Resumen: Tras la cancelación de Supernatural, Jensen y Jared no se hablan. Pero una peli es una peli, y a Jensen de verdad le viene muy bien el dinero.
~ Capítulo 1 ~
~ Capítulo 2 ~
~ Capítulo 3 ~
~ Capítulo 4 ~
~ Capítulo 5 ~
~ Capítulo 6 ~
~ Capítulo 7 ~
El viernes por la noche, Jensen sale con Chris, a pesar de las protestas de Jared, que cree que debería unirse al equipo para celebrar que esta semana de mierda ha terminado de una vez por todas.
—Vamos, tío —dijo antes de que se despidieran, apoyándose en el respaldo de su silla mientras Jensen se inclinaba hacia su portátil para escribir correos electrónicos. La calidez del aliento de Jared en su nuca hacía que sus dedos se saltaran algunas teclas—. Te lo pasaste bien la última vez, ¿no? Todo el mundo quiere que estés. Jim, y Bob, y Gary… eh, te acuerdas de Gary, ¿verdad? Y Linda estaba…
—Lo siento —dijo Jensen, cortante, sin apartar la vista de la pantalla iluminada—. No puedo.
—A Chris no le importará.
—Claro que sí, se echará a llorar hasta quedarse dormido.
—Eres un gilipollas cabezón a veces, Jen, ¿lo sabías? —dijo Jared, voz llena de cariño exasperado. Tenía ambas manos en sus hombros, y Jensen tuvo que cerrar los ojos y convencerse silenciosamente de no sacudirse del apretón como quería. Las manos de Jared eran grandes y cálidas y lo harían sentir bien, jodidamente bien, si Jensen no hubiera sido completamente consciente del precioso y letal jardín en el que se había metido.
En lugar de eso, se limitó a sentirse un poco avergonzado.
Cuando Chris le abre la puerta esa noche, sólo le dirige una mirada perezosa antes de hablar.
—Hay cerveza en la nevera. El whiskey está donde siempre.
Jensen resopla, se pasa una mano por la cara con cansancio, y lo sigue hacia el interior.
Abre la puerta de la nevera y deja que el golpe de aire frío le dé directamente en el rostro durante un momento, antes de dar un paso atrás y cerrarla, dos botellas tintineando en la mano. Chris está apoyado de manera informal contra la pared de la cocina, observándolo con ojo crítico.
—Te dije que ese contrato volvería a morderte el culo.
Jensen revuelve en el cajón a su lado, coge un sacacorchos y abre ambas botellas.
—Sí, bueno, también dijiste que los Cowboys ganarían la Super Bowl —dice, cortante—. Y que debería arriesgarme de todas formas. —Le pasa una de las cervezas y se encoge de hombros—. Lo que sea. Ya está hecho.
Chris no dice nada, sólo sigue a Jensen hacia el salón y se derrumba en su sillón destrozado favorito. Jensen toma posición en el otro, acomodándose en su postura de siempre, con los pies sobre la mesa.
—¿La escena fue bien al final?
Jensen deja caer su cabeza hacia atrás y examina el cielo durante un momento.
—Andrew cree que sí —dice por fin. Sonríe sin alegría—. Jared también.
—¿Y? —pregunta Chris, y cuando Jensen levanta la cabeza para mirarlo, su expresión es expectante.
Jensen piensa en el rodaje. En la mano de Jared sobre su rodilla, suave pero más segura ahora que interpretaba a Tom, estirando la pernera de su pantalón en un consuelo demasiado sutil y cruel como para que Dave lo comprendiese. Piensa en la rudeza bajo sus codos, que temblaban con la tensión de las manos atadas –y menos mal que a Andrew le gustó, porque no estaba seguro de si habría podido relajarlas de haber querido–. Piensa en Jared sacándolo de la silla en cuanto Jeff deshizo los nudos, emocionado y jodidamente orgulloso, acercándolo a sí y diciendo “sabía que podíamos hacerlo. Lo sabía”, y luego acercándolo aún más y susurrando “gracias” contra su oído, sincero y feliz.
—Podría haber sido peor —dice Jensen, encogiéndose de hombros, sin querer hablar realmente de ello porque no está del todo seguro de que siquiera Chris pueda entenderlo—. No por mucho, pero podría haberlo sido. —Toma un largo sorbo de cerveza antes de preguntar—: ¿Ha contactado Steve contigo?
Chris estudia la botella en su mano, jugueteando ausentemente con la etiqueta.
—Sí. Se supone que nos veremos mañana, pero ya conoces a Steve. —Se queda callado un momento, ceño fruncido, antes de alzar la vista—. ¿Has pensado en decírselo a Jared?
—¿El qué? —pregunta Jensen, algo perdido—. ¿Lo de Steve?
—No —dice Chris, curvando un poco los labios. Lo observa atentamente, con los ojos ligeramente cerrados, evaluadores—. Lo de ese contratista gilipollas. Explicarle un poco las cosas. Podría ayudar.
Jensen se ríe y bebe un poco más, intentando quitarse el sabor amargo de la boca.
»Lo digo en serio, chico —dice Chris, con algo que parece frustración en la voz, y todavía no ha tocado la cerveza—. Es Jared de quien estamos hablando. Si le dices que te están obligando a fingir que eres su amiguito del alma…
—¿Qué hará? —interrumpe Jensen—. ¿Odiarme para siempre? —Sonríe, terco—. Posiblemente. Y luego puede que monte un espectáculo y me ofrezca dinero por puros principios porque es el puto Jared Padalecki y él es así.
Chris no parpadea.
—Estás siendo irracional —dice, con calma.
—Que te jodan —le suelta Jensen, y lucha con el sillón para poder levantarse—. Voy a por el puto whiskey.
Más tarde, con la calidez de demasiado alcohol dando vueltas cómodamente en su estómago, una botella fría de Jack Daniel con menos de un tercio de líquido restante, y más de unas cuantas cervezas vacías sobre la alfombra, Jensen se echa atrás en su asiento.
»El problema, Chris, el problema es que cuando me toca… —Chris alza una ceja perezosa, como un signo de interrogación—. Cuando me toca, amistosamente —enfatiza Jensen, y hace una pausa para recordar por dónde iba—. El problema es que ya no sé… ya no sé si es él o si soy yo.
—¿El que te toca?
—Si yo… —dice Jensen, frunciendo el ceño en medio de la neblina de la embriaguez, con la garganta ardiendo, y pensando no me gusta. Incluso borracho, sabe que hay cosas que es mejor guardarse para uno mismo.
Hay un largo silencio. Chris lo vuelve a mirar, con ojos ligeramente vidriosos.
—La próxima vez —dice por fin, intentando levantarse del sillón y fracasando— nos colocamos. Eres jodidamente deprimente, tío.
Jensen se encoge de hombros en un gesto de disculpa y se frota las piernas, cubriéndose las rodillas y temblando, demasiado borracho como para que le importe el hecho de pensar en Jared tanto como lo está haciendo.
~
Es tan pronto que el cielo es de un gris neblinoso –más negro que azul– cuando llega al set el lunes. Aún restregándose el sueño de los ojos, tiembla ante el frío aire de la mañana. Bosteza brutalmente al bloquear el coche y avanzar hacia su tráiler. Una vez dentro, tira a un lado la chaqueta y el reproductor de mp3, se agarra a los bordes del diminuto lavabo en su diminuto baño y simplemente se queda ahí un momento, reuniendo fuerzas. Echa un vistazo a su reflejo en el espejo, hace una mueca, abre el grifo y se inclina para echarse agua fría en la cara.
Hora de enfrentarse a otro día.
Tras secarse la cara, cierra el tráiler con llave y va hacia Maquillaje. Lo recibe un coro de “hola, Jensen” y un bollo, seguido rápidamente de una taza humeante de café, y se hunde en la silla a la que lo dirigen, intentando que no le suden demasiado las manos.
Kathy aparece detrás de él en el espejo, sujetando lo que parece ser una caja a tamaño industrial de maquillaje y su propio café.
—Una vez empiece, no te levantas de esa silla hasta que yo te lo diga, ¿me oyes? —dice, tono severo y rostro cansado, sin maquillaje ella misma.
Jensen se lame la mermelada de frambuesa del dedo y sonríe al reflejo de Kathy.
—Sí, señora —dice solemnemente, y ella pone los ojos en blanco mientras le da un golpe ligero en el hombro.
—Compórtate —dice, una sonrisa curvando la comisura de su boca y quitándole diez años de encima—, o los moretones serán reales.
Tarda más de una hora, y Jensen se empieza a revolver mucho antes de que haya terminado. Observa el lento avance de la piel hinchada y pálida, moviendo la cabeza según se le indica, arriba, abajo, a la derecha y a la izquierda, y controlando el impulso de hinchar las mejillas con aire sólo para notar el tirón de la cera aún suave que recorre sus pómulos y su ojo izquierdo. Una vez terminan, le dan otro bollo como recompensa y trata de quedarse quieto mientras le tiran del pelo, lo alisan y engrasan en un intento de hacerlo parecer tan desordenado y sucio como sea posible. Lo lleva más largo que cuando interpretaba a Dean, pero no por mucho, y no se puede hacer más con él. El producto final no tiene un aspecto mucho peor que cuando se levanta de la cama después de una mala noche, piensa mientras lo examina en el espejo, pero está más que feliz de guardarse esa idea para sí si ello implica que su turno en la silla ha terminado.
Es un hecho generalmente reconocido entre aquellos que tienen que usarla el que la puerta al tráiler de maquillaje es un pedazo de chatarra que no sirve para nada –algo se estropeó en las dos bisagras y en el manillar en la segunda semana de rodaje–, y Jensen lucha contra ella en los escalones exteriores, intentando cerrarla. Cuando al fin lo consigue, da un paso atrás sin pensar y se choca contra alguien con un umpf de aliento exhalado. Un alguien que aparentemente es Jared, por el sonido de combinada sorpresa y diversión que llega a su nuca y el brazo cubierto por una chaqueta de cuero que lo levanta.
—¿Quieres mirar dónde vas la próxima vez, Ackles? —dice Jared, con una sonrisa traviesa. Luego se detiene y se lo queda mirando fijamente, arrugando un poco la frente mientras sus ojos recorren el rostro de Jensen—. Eh —dice suavemente, y levanta una mano para tocar con dedos cálidos y gruesos la mejilla de Jensen, siguiendo la línea del mentón y alzando su cabeza hacia la pálida luz de la mañana con una suave presión bajo la barbilla—. Eh, esto está muy bien hecho.
Jensen se queda quieto todo el tiempo que puede, mirando hacia el cielo para no tener que ver la sincera aprobación en la expresión de Jared, hasta que la necesidad de apartarse es casi un dolor físico, y es terriblemente consciente de sus manos desocupadas e incómodas a los costados. Entonces cambia un poco de posición, retira la cara y mira cómo Jared baja la mano y sonríe en algo que parece vergüenza, pero sigue sin apartar la mirada.
—Sí —dice Jensen—, nuestras chicas son unas profesionales. —Sonríe e intenta no darse cuenta de que la chaqueta de Jared es de un marrón-tierra oscuro, y parece lo suficientemente suave como para acariciarla. Acentúa los hombros anchos, la piel morena y los ojos oscuros, y Jensen se frota la nuca nerviosamente, deseando con fuerza que Jared tuviese algún otro sitio en que estar que éste: a menos de medio metro de él, casi tan cerca como para que alejarse sea más una necesidad que una grosería, pero no lo suficiente.
—Hoy es un día importante —dice Jared, feliz ignorante de lo que pasa por la mente de Jensen—. Bastante intenso. ¿Estás listo?
Sí, piensa Jensen, estoy listo, y se encoge de hombros.
—Andrew ha pasado mucho tiempo planeándolo, así que más me vale. Te voy a devolver el culo en una bandeja, Padalecki. Yo te aviso. —No es exactamente una broma. Jensen sabe que no va a contener nada.
Ésta es la única escena que no han practicado juntos, y es crucial. Andrew les dijo desde el principio que no quería que lo hicieran juntos hasta que tuvieran las cámaras alrededor, y los tuvo practicando por separado con entrenadores de actuación a lo largo de las semanas de rodaje. La idea era que fueran capaces de encajar cuando llegara la hora, y aun así habría un elemento de sorpresa, peligro, diferencia, y que eso marcaría la calidad de la película. Jensen aún tiene sus dudas, pero es un profesional y a estas alturas las palabras y gestos están grabadas en él, así que si algo va mal, está decidido a que no sea por su parte.
Jared se ríe.
—Tío, estoy aterrorizado. Siempre dabas miedo llevando esas preciosas pistolas falsas por ahí. —Su sonrisa se amplía—. Los adjetivos importantes en ese comentario son “precioso” y “falso”, por supuesto.
—Cállate —dice Jensen, y lucha por controlar su propia sonrisa—. Hay gente que sencillamente tiene más instinto con las armas que otros. Yo lo tengo. No te pongas celoso conmigo sólo porque yo soy de Bond y tú eres de Winnie The Poo. No es digno.
Jared niega con la cabeza y pone los ojos en blanco, dándole un puñetazo de broma en el hombro y haciéndolo apoyarse sobre los talones.
—Dime, Jen. ¿Tucabeza está realmente atrapada dentro de tu culo, o es sólo que le gusta estar ahí?
—¿Qué puedo decir? Mi culo es un lugar bastante agradable en el que estar —dice Jensen, encogiéndose de hombros y procurando no perder la expresión sincera—. Ahora apártate de mi vista, Padalecki, porque algunos tenemos cosas que hacer.
—Tío, eres tú el que está en el camino a Maquillaje —dice Jared, haciendo un gesto impotente al tráiler detrás de Jensen.
—Eso es lo que dicen todos —dice Jensen, y rodea a Jared—. Nos vemos en el set —le dice por encima del hombro antes de dirigirse a Vestuario.
Mientras se pone una camiseta sucia y ensangrentada y unos vaqueros rotos, piensa en la conversación, desglosándola palabra por palabra y gesto por gesto. Y mientras Ben le coloca rastros de sangre y mugre en los brazos, bajo la barbilla y en la rodilla, donde la tela de los vaqueros se rompe, se pregunta cuánto era real y cuánto trataba del dinero que no estará en su banco hasta que el rodaje termine.
Piensa que ha sido él mismo, pero no puede estar seguro, y lo está volviendo loco.
~
Cuando Jared llama a la puerta de su tráiler diez minutos antes de que tengan que llegar al set y le pregunta si quiere quedar luego en su casa –jugar al pool, nadar, echar un rato, lo que sea. Algo divertido. Nada especial, ¿sabes?–, todo felicidad, expectación y esperanza, Jensen dice “sí, suena bien” sin dudar siquiera.
Jared se va y el tráiler parece silencioso y vacío sin él. Jensen casi desearía que se hubiera quedado.
No necesita pensar en sus motivaciones esta vez, y quiere hundir la cabeza en la mesa y poner las manos encima, aislándose de todo lo demás. Pero ni siquiera puede hacer eso, porque destrozaría el maldito maquillaje.
~
—¿Sabes lo que hicieron? —dice Jensen, su voz un poco temblorosa a pesar de que el sólido mango de la pistola nunca ha estado más estable en el hueco de su mano izquierda—. Cuando me encontraron atado allí, preparado para ellos. ¿Sabes lo que hicieron, Tom? —Mira a través del espacio íntimamente iluminado, hacia Jared, y enuncia claramente—: Se rieron. Y después me rompieron los dedos. —Resopla y sonríe, expresión retorcida por el dolor y la malicia. Su otra mano está lacia a su costado, los dedos envueltos apresuradamente en una tela rota y sucia, y gira un poco la muñeca cuando los ojos de Jared se dirigen casi involuntariamente a su brazo para asimilar la evidencia física.
—Lo siento —dice Jared, y el rostro de Tom es sincero, abierto. Dave se pregunta cuánto de eso se debe a la pistola que apunta a su cabeza—. Créeme. No debió haber salido así…
—Y una mierda —gruñe Jensen, interrumpiéndolo con fiereza—. No se te ocurra intentar eso conmigo. ¡Me ataste a una puta silla y me dejaste allí! ¿Qué coño esperabas que pasara?
—No —dice Jared, voz aplacándose suavemente, y lo dice despacio, con cuidado, como si intentara razonar con un loco. Jensen sabe exactamente cuánto hace esa voz que Dave quiera pegarle un puñetazo, porque el sentimiento hierve a fuego lento en su interior—. Nunca has estado realmente en peligro, ¿verdad que no? Y era la única manera de que descubriéramos qué coño estaba pasando. Dime que había otra manera, una manera mejor, y joder, te dejaré que me dispares. —Extiende los brazos y sonríe de un modo que debería ser consuelo, pero es más bien un que te follen.
Jensen sabe que su propia expresión no es agradable.
—Si quiero dispararte, no creo que tú tengas mucho que decir al respecto —dice suavemente, completamente en serio.
No cree que las numerosas cámaras dispuestas alrededor de ellos hayan podido dejar pasar la ligera mueca de Jared ante sus palabras: el momento en el que Tom se da cuenta por fin de que Dave va en serio. Sabe que hay una enfocada exclusivamente en la cara de Jared, registrando cada reacción, igual que sabe que hay otra que lo sigue a él.
Da un paso vacilante, y luego otro, el arma aún extendida delante de él. No es el manejo experto que le enseñaron para Dean Winchester, el que decía ésta es mi arma y sé cómo usarla, gilipollas. No, esto es diferente, más incómodo, porque es la primera vez que Dave Benson coge un arma y apunta a alguien con ella, y hace falta algo más que un ataque de ira justificada para convertirse en un profesional de la artillería. Jared no tiene a donde ir porque el salón de Tom sencillamente no es muy grande, y por primera vez Jensen siente que él está en control de la situación. Le gusta.
—¿Sabes cómo te sientes cuando alguien te pisa el estómago, Tom? —pregunta, despiadado—. Quiero decir, cuando te pisan de verdad. Porque déjame decirte que no es tan divertido como podrías pensar.
—No —dice Jared, casi ignorándolo y sacudiendo la cabeza tercamente, como si se negara a creer lo que dice Jensen—. No tenían que hacerte daño. Tu tío…
—Sí, Tom. Mi tío —escupe, furioso—. El hombre al que no he visto en… joder, en años. El que solía pegarme cuando era crío. Me rompió la nariz una vez, ¿sabías eso?
Jared se pone completamente tenso, los ojos fijos en Jensen y su expresión extrañamente contraída.
»No —continúa él—. No, no sabías eso, ¿verdad? Porque ni una vez… ni una puta vez te planteaste contrastar los detalles de tu maravilloso plan conmigo. Comprobar si tal vez yo quería que me usaran como un puto cebo, Tom.
Da otro paso adelante y se detiene, respirando agitadamente en mitad del tenso silencio. Luego sonríe sombríamente, y hace un gesto con la pistola.
»De rodillas.
—No puedes hablar en serio —dice, y por primera vez desde que Dave ha llegado a su casa con una pistola, Tom suena inseguro.
—De rodillas o te vuelo los putos sesos ahora mismo —repite, sin vacilar, y observa cómo Jared expulsa el aliento entre los dientes y obedece lentamente.
Jensen sabe que uno de los guionistas añadió este momento concreto a la escena después de descubrir que sería Jensen quien actuara frente a Jared, en lugar de –por poner– un gigante. El tamaño de Jared siempre ha hecho que dejarlo en desventaja fuera difícil. Jensen mantiene que él no es exactamente bajo con su metro ochenta, pero Jared puede hacer que cualquiera parezca un enano. Se trata de hacer que la amenaza a la vida de Tom sea lo más realista posible, y tener a Jared mirando hacia arriba en el transcurso de la acción le proporciona ese pequeño matiz. A decir verdad, cuando Jensen se acerca un par de pasos, mirándolo desde su altura, le hace sentir un poco mareado.
Lentamente, coloca el cañón de la pistola contra la frente de Jared y se queda ahí un segundo, sólo respirando profundamente y observando los sentimientos de Tom atravesar el rostro de Jared.
—Oye —dice Jared al fin, algo dubitativo, como si no estuviera del todo seguro de si realmente podría morir por decir algo equivocado—. Oye, Dave, lo siento. —Hace una pausa—. No quería…
—No me pongas excusas —gruñe Jensen, su tono inesperadamente ronco, y presiona la pistola con más fuerza contra la frente de Jared, empujándolo hasta que tiene que poner una mano en la alfombra para mantener el equilibrio—. Me abandonaste como a una puta. —Mira fijamente a Jared, trazando el contorno de su boca, el filo de su pómulo, los ojos que se fijan en la mano sobre su nariz y pierden concentración un momento—. Me dejaste allí.
—Dave… —dice Jared, en voz baja, con un extraño énfasis en la palabra, y Jensen sacude la cabeza de un lado al otro, notando que la pistola bajo sus dedos empieza a notarse caliente y pegajosa por el sudor.
—No tienes derecho a opinar en esto —dice. Jared mira arriba y Jensen mira abajo, y si esto es diferente a ensayar con alguien que no era Jared, la idea está en un rincón escondido en su cabeza—. Me traicionaste y no tienes derecho a hablar.
Jared alza un poco la barbilla, los músculos del cuello moviéndose cuando traga saliva y asiente casi imperceptiblemente.
—Me gustabas. Puede que fuera lo más estúpido del mundo porque tú eres tú y… —Jensen hace una bola con su dolor y se agacha un poco para colarla mejor por la garganta de Jared—. Me gustabas. —Cierra la mano en un puño en torno al cuello de la camiseta de Jared, y aguanta ahí. Su rostro está justo al lado del de Jared, tan cerca que siente la calidez de su respiración en la cara, y la inútil imitación de una pistola sigue presionada con fuerza contra la frente de Jared, como si importara en lo más mínimo. Aguantan la mirada del otro durante un largo rato, metidos en el espacio personal del otro y en silencio, ignorando las cámaras por completo.
A Jensen le lleva más tiempo del que debería empujar finalmente a Jared hacia atrás y hundirse en el sofá, con los dedos aún blancos en el gatillo.
Cuando Andrew marca el final, mira a Jensen de una forma completamente distinta y sacude la cabeza firmemente.
—Vamos a tener que repetir ese trozo al final, puede que unos veinte segundos, porque quería la imagen de los dos juntos, en lugar de primeros planos, y no hay forma de que pudieras agarrar así la camiseta de Tom con los dedos rotos. Pero guardamos ésta. Tomaos un bien merecido descanso. —No suena en absoluto arrepentido al respecto.
La mitad del personal parece querer darle palmadas en la espalda por la actuación, murmurando cosas como “hostia puta, Ackles, eso se merece un Oscar”, y Jensen asiente distraídamente a todo el mundo mientras se quita el vendaje de los dedos y flexiona y relaja la mano, sacudiéndose la rigidez de encima.
Jared lo mira fijamente, pero ¿qué hay de nuevo en eso?
~
Está de pie en los escalones del tráiler, llave en la puerta y puerta abriéndose, cuando un “¡eh!” enfadado le hace girarse, una ceja alzada inquisitivamente. Jared avanza hacia él, pasos largos y furiosos que se comen la distancia entre ellos, y Jensen le echa un vistazo cauto antes de retirar la llave de la cerradura, volviéndose del todo para apoyar la espalda en el umbral abierto.
—¿Qué? —pregunta, un timbre en la voz que es casi exasperación, y sinceramente no esperaba que Jared mantuviera el paso. Sube los escalones, una mano repentinamente abierta sobre su pecho, y lo empuja hacia atrás, dentro del tráiler, siguiéndolo y cerrando a ciegas la puerta tras ellos, ojos duros fijos en su rostro.
—¿Qué coño, tío? —pregunta Jensen, hablando al mismo tiempo que suena el “así que así es como te sientes en realidad, ¿no?” del otro, fuerte y enfadado, fosas nasales abiertas y cuerpo invadiendo el espacio de Jensen, y si hay una señal de que Jared está jodidamente agarra-el-sombrero-porque-ésta-va-a-ser-épica cabreado, esas fosas nasales son la señal.
—Tío —dice Jensen, y tal vez debería tener más cuidado pero ha sido un día largo y ni siquiera son las tres—. Vas a tener que darme algo un poco mejor que eso. ¿De qué coño estás…?
—En el set —interrumpe Jared, y la palma de su mano está en el esternón de Jensen, puntualizando sus palabras con breves empujones hacia atrás—. Esa escena. Sólo porque nadie más lo haya notado, no intentes hacerme creer que no querías decir cada —empujón— puta —empujón— palabra —empujón.
La espalda de Jensen conecta de golpe con la pared del tráiler, y mira hacia arriba con odio cuando Jared le devuelve la mirada y no retrocede, colocando los brazos alrededor de su cuerpo para mantenerlo atrapado, esperando una respuesta. El cerebro de Jensen está gritando –cómo sus cuerpos están casi alineados, su contrato, el olor de Jared a maquillaje y jabón y sudor y…–
—¿Y qué pasa —pregunta Jensen, venenoso— si eso es verdad?
Jared se queda terriblemente quieto. Luego se echa atrás, y se pasa una mano por la nuca. Se queda en mitad del tráiler, y casi parece demasiado grande para caber en él.
—Tal vez —dice suavemente, tras un momento, con expresión condenatoria—, lo único que habría hecho falta es que me pidieras que me quedara. ¿Alguna vez pensaste en eso, Jen?
Jensen nota cómo su cara se enciende por la ira, el maquillaje aún estirando su piel.
—De ninguna manera vas a dejar todo esto sobre mis hombros, Jared. Ni de coña. —No cree haber estado tan furioso en su vida y Jared sigue mirándolo como si él fuera el que lo ha pasado mal—. ¿Tienes idea de cuántas ofertas tuve de dejar Supernatural? ¿Eh? ¿Y acepté alguna de ellas? No. —Su respiración se queda atrapada ruidosamente en su garganta y joderhostiaputa—. Porque amaba esa maldita serie, me encantaba trabajar en ella… Y ante la primera oferta que tú recibes, sales de allí cagando leches como si no tuvieras ni puta idea de lo que implica la lealtad.
Jared se lo queda mirando y se forman profundas arrugas en su frente, mientras busca qué decir.
—No lo sabía —empieza, y suena sincero. Sus manos se cierran en torno a la tela de su propia camisa como si no supiera qué hacer con ellas—. No me di cuenta. Debiste decir algo…
—Así que debí rogarte que te quedaras, ¿no? —acusa Jensen, agresivo—. Olvídalo, gilipollas.
Jared niega con la cabeza y resopla de frustración. Su expresión vuelve a ser dura, y su voz amarga cuando habla:
—Ése es tu puto problema, Jensen, ¿verdad? Demasiado orgullo. Demasiado jodidamente orgulloso como para siquiera…
—¿Qué?
Jared sonríe, y es una sonrisa pequeña y tensa y herida.
—Para admitir que yo te gustaba.
Jensen lo mira, se pasa una mano por la cara y se vuelve, cansado de toda esta mierda.
—A todo el mundo le gusta Jared Padalecki. Eres un tío jodidamente majo, ¿no es así?
—Que me querías.
Las palabras son suaves, esperanzadas, y hacen rechinar los dientes de Jensen.
—No te lo tengas tan creído, Jared —dice, con un acceso de risa intencionadamente cruel. No se da la vuelta para ver el daño que provoca—. No estás tan bueno.
Entonces la mano de Jared está en su hombro, obligándole a girarse, y el puño de Jared se hunde en su cara, destruyendo los cardenales de pega y haciendo que su pómulo palpite con un dolor que había olvidado podía ser tan intenso.
Jensen no vacila. Le devuelve el golpe como si hubiera estado deseándolo durante los últimos cinco años. Le devuelve cada éxito de peli comercial y cada portada de revista y el cuelgue que tiene su hermana pequeña por el hombre que tiene delante, aunque ella mataría antes de admitirlo. Le devuelve el golpe porque no cree que pueda superar nunca lo que implica Jared Padalecki y cree que eso podría estar matándolo por dentro.
Jared le hace perder el equilibrio con una patada en la espinilla y le clava el puño en el estómago y en el pecho y en los hombros y en la cara, con expresión contraída y furiosa. Parece que esté arrancándose su propio corazón.
Jensen sufre demasiado como para que le importe.
~
~ Capítulo 9 ~
Título: El proyecto sin título de Jared Padalecki
Título original: The Jared Padalecki Untitled Project
Autora:
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Pairing: Jensen Ackles / Jared Padalecki
Rating: PG-13
Disclaimer: Jensen y Jared se pertenecen el uno al otro. La magnífica historia pertenece a
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Resumen: Tras la cancelación de Supernatural, Jensen y Jared no se hablan. Pero una peli es una peli, y a Jensen de verdad le viene muy bien el dinero.
~ Capítulo 1 ~
~ Capítulo 2 ~
~ Capítulo 3 ~
~ Capítulo 4 ~
~ Capítulo 5 ~
~ Capítulo 6 ~
~ Capítulo 7 ~
El proyecto sin título de Jared Padalecki ~ Capítulo Ocho
El viernes por la noche, Jensen sale con Chris, a pesar de las protestas de Jared, que cree que debería unirse al equipo para celebrar que esta semana de mierda ha terminado de una vez por todas.
—Vamos, tío —dijo antes de que se despidieran, apoyándose en el respaldo de su silla mientras Jensen se inclinaba hacia su portátil para escribir correos electrónicos. La calidez del aliento de Jared en su nuca hacía que sus dedos se saltaran algunas teclas—. Te lo pasaste bien la última vez, ¿no? Todo el mundo quiere que estés. Jim, y Bob, y Gary… eh, te acuerdas de Gary, ¿verdad? Y Linda estaba…
—Lo siento —dijo Jensen, cortante, sin apartar la vista de la pantalla iluminada—. No puedo.
—A Chris no le importará.
—Claro que sí, se echará a llorar hasta quedarse dormido.
—Eres un gilipollas cabezón a veces, Jen, ¿lo sabías? —dijo Jared, voz llena de cariño exasperado. Tenía ambas manos en sus hombros, y Jensen tuvo que cerrar los ojos y convencerse silenciosamente de no sacudirse del apretón como quería. Las manos de Jared eran grandes y cálidas y lo harían sentir bien, jodidamente bien, si Jensen no hubiera sido completamente consciente del precioso y letal jardín en el que se había metido.
En lugar de eso, se limitó a sentirse un poco avergonzado.
Cuando Chris le abre la puerta esa noche, sólo le dirige una mirada perezosa antes de hablar.
—Hay cerveza en la nevera. El whiskey está donde siempre.
Jensen resopla, se pasa una mano por la cara con cansancio, y lo sigue hacia el interior.
Abre la puerta de la nevera y deja que el golpe de aire frío le dé directamente en el rostro durante un momento, antes de dar un paso atrás y cerrarla, dos botellas tintineando en la mano. Chris está apoyado de manera informal contra la pared de la cocina, observándolo con ojo crítico.
—Te dije que ese contrato volvería a morderte el culo.
Jensen revuelve en el cajón a su lado, coge un sacacorchos y abre ambas botellas.
—Sí, bueno, también dijiste que los Cowboys ganarían la Super Bowl —dice, cortante—. Y que debería arriesgarme de todas formas. —Le pasa una de las cervezas y se encoge de hombros—. Lo que sea. Ya está hecho.
Chris no dice nada, sólo sigue a Jensen hacia el salón y se derrumba en su sillón destrozado favorito. Jensen toma posición en el otro, acomodándose en su postura de siempre, con los pies sobre la mesa.
—¿La escena fue bien al final?
Jensen deja caer su cabeza hacia atrás y examina el cielo durante un momento.
—Andrew cree que sí —dice por fin. Sonríe sin alegría—. Jared también.
—¿Y? —pregunta Chris, y cuando Jensen levanta la cabeza para mirarlo, su expresión es expectante.
Jensen piensa en el rodaje. En la mano de Jared sobre su rodilla, suave pero más segura ahora que interpretaba a Tom, estirando la pernera de su pantalón en un consuelo demasiado sutil y cruel como para que Dave lo comprendiese. Piensa en la rudeza bajo sus codos, que temblaban con la tensión de las manos atadas –y menos mal que a Andrew le gustó, porque no estaba seguro de si habría podido relajarlas de haber querido–. Piensa en Jared sacándolo de la silla en cuanto Jeff deshizo los nudos, emocionado y jodidamente orgulloso, acercándolo a sí y diciendo “sabía que podíamos hacerlo. Lo sabía”, y luego acercándolo aún más y susurrando “gracias” contra su oído, sincero y feliz.
—Podría haber sido peor —dice Jensen, encogiéndose de hombros, sin querer hablar realmente de ello porque no está del todo seguro de que siquiera Chris pueda entenderlo—. No por mucho, pero podría haberlo sido. —Toma un largo sorbo de cerveza antes de preguntar—: ¿Ha contactado Steve contigo?
Chris estudia la botella en su mano, jugueteando ausentemente con la etiqueta.
—Sí. Se supone que nos veremos mañana, pero ya conoces a Steve. —Se queda callado un momento, ceño fruncido, antes de alzar la vista—. ¿Has pensado en decírselo a Jared?
—¿El qué? —pregunta Jensen, algo perdido—. ¿Lo de Steve?
—No —dice Chris, curvando un poco los labios. Lo observa atentamente, con los ojos ligeramente cerrados, evaluadores—. Lo de ese contratista gilipollas. Explicarle un poco las cosas. Podría ayudar.
Jensen se ríe y bebe un poco más, intentando quitarse el sabor amargo de la boca.
»Lo digo en serio, chico —dice Chris, con algo que parece frustración en la voz, y todavía no ha tocado la cerveza—. Es Jared de quien estamos hablando. Si le dices que te están obligando a fingir que eres su amiguito del alma…
—¿Qué hará? —interrumpe Jensen—. ¿Odiarme para siempre? —Sonríe, terco—. Posiblemente. Y luego puede que monte un espectáculo y me ofrezca dinero por puros principios porque es el puto Jared Padalecki y él es así.
Chris no parpadea.
—Estás siendo irracional —dice, con calma.
—Que te jodan —le suelta Jensen, y lucha con el sillón para poder levantarse—. Voy a por el puto whiskey.
Más tarde, con la calidez de demasiado alcohol dando vueltas cómodamente en su estómago, una botella fría de Jack Daniel con menos de un tercio de líquido restante, y más de unas cuantas cervezas vacías sobre la alfombra, Jensen se echa atrás en su asiento.
»El problema, Chris, el problema es que cuando me toca… —Chris alza una ceja perezosa, como un signo de interrogación—. Cuando me toca, amistosamente —enfatiza Jensen, y hace una pausa para recordar por dónde iba—. El problema es que ya no sé… ya no sé si es él o si soy yo.
—¿El que te toca?
—Si yo… —dice Jensen, frunciendo el ceño en medio de la neblina de la embriaguez, con la garganta ardiendo, y pensando no me gusta. Incluso borracho, sabe que hay cosas que es mejor guardarse para uno mismo.
Hay un largo silencio. Chris lo vuelve a mirar, con ojos ligeramente vidriosos.
—La próxima vez —dice por fin, intentando levantarse del sillón y fracasando— nos colocamos. Eres jodidamente deprimente, tío.
Jensen se encoge de hombros en un gesto de disculpa y se frota las piernas, cubriéndose las rodillas y temblando, demasiado borracho como para que le importe el hecho de pensar en Jared tanto como lo está haciendo.
~
Es tan pronto que el cielo es de un gris neblinoso –más negro que azul– cuando llega al set el lunes. Aún restregándose el sueño de los ojos, tiembla ante el frío aire de la mañana. Bosteza brutalmente al bloquear el coche y avanzar hacia su tráiler. Una vez dentro, tira a un lado la chaqueta y el reproductor de mp3, se agarra a los bordes del diminuto lavabo en su diminuto baño y simplemente se queda ahí un momento, reuniendo fuerzas. Echa un vistazo a su reflejo en el espejo, hace una mueca, abre el grifo y se inclina para echarse agua fría en la cara.
Hora de enfrentarse a otro día.
Tras secarse la cara, cierra el tráiler con llave y va hacia Maquillaje. Lo recibe un coro de “hola, Jensen” y un bollo, seguido rápidamente de una taza humeante de café, y se hunde en la silla a la que lo dirigen, intentando que no le suden demasiado las manos.
Kathy aparece detrás de él en el espejo, sujetando lo que parece ser una caja a tamaño industrial de maquillaje y su propio café.
—Una vez empiece, no te levantas de esa silla hasta que yo te lo diga, ¿me oyes? —dice, tono severo y rostro cansado, sin maquillaje ella misma.
Jensen se lame la mermelada de frambuesa del dedo y sonríe al reflejo de Kathy.
—Sí, señora —dice solemnemente, y ella pone los ojos en blanco mientras le da un golpe ligero en el hombro.
—Compórtate —dice, una sonrisa curvando la comisura de su boca y quitándole diez años de encima—, o los moretones serán reales.
Tarda más de una hora, y Jensen se empieza a revolver mucho antes de que haya terminado. Observa el lento avance de la piel hinchada y pálida, moviendo la cabeza según se le indica, arriba, abajo, a la derecha y a la izquierda, y controlando el impulso de hinchar las mejillas con aire sólo para notar el tirón de la cera aún suave que recorre sus pómulos y su ojo izquierdo. Una vez terminan, le dan otro bollo como recompensa y trata de quedarse quieto mientras le tiran del pelo, lo alisan y engrasan en un intento de hacerlo parecer tan desordenado y sucio como sea posible. Lo lleva más largo que cuando interpretaba a Dean, pero no por mucho, y no se puede hacer más con él. El producto final no tiene un aspecto mucho peor que cuando se levanta de la cama después de una mala noche, piensa mientras lo examina en el espejo, pero está más que feliz de guardarse esa idea para sí si ello implica que su turno en la silla ha terminado.
Es un hecho generalmente reconocido entre aquellos que tienen que usarla el que la puerta al tráiler de maquillaje es un pedazo de chatarra que no sirve para nada –algo se estropeó en las dos bisagras y en el manillar en la segunda semana de rodaje–, y Jensen lucha contra ella en los escalones exteriores, intentando cerrarla. Cuando al fin lo consigue, da un paso atrás sin pensar y se choca contra alguien con un umpf de aliento exhalado. Un alguien que aparentemente es Jared, por el sonido de combinada sorpresa y diversión que llega a su nuca y el brazo cubierto por una chaqueta de cuero que lo levanta.
—¿Quieres mirar dónde vas la próxima vez, Ackles? —dice Jared, con una sonrisa traviesa. Luego se detiene y se lo queda mirando fijamente, arrugando un poco la frente mientras sus ojos recorren el rostro de Jensen—. Eh —dice suavemente, y levanta una mano para tocar con dedos cálidos y gruesos la mejilla de Jensen, siguiendo la línea del mentón y alzando su cabeza hacia la pálida luz de la mañana con una suave presión bajo la barbilla—. Eh, esto está muy bien hecho.
Jensen se queda quieto todo el tiempo que puede, mirando hacia el cielo para no tener que ver la sincera aprobación en la expresión de Jared, hasta que la necesidad de apartarse es casi un dolor físico, y es terriblemente consciente de sus manos desocupadas e incómodas a los costados. Entonces cambia un poco de posición, retira la cara y mira cómo Jared baja la mano y sonríe en algo que parece vergüenza, pero sigue sin apartar la mirada.
—Sí —dice Jensen—, nuestras chicas son unas profesionales. —Sonríe e intenta no darse cuenta de que la chaqueta de Jared es de un marrón-tierra oscuro, y parece lo suficientemente suave como para acariciarla. Acentúa los hombros anchos, la piel morena y los ojos oscuros, y Jensen se frota la nuca nerviosamente, deseando con fuerza que Jared tuviese algún otro sitio en que estar que éste: a menos de medio metro de él, casi tan cerca como para que alejarse sea más una necesidad que una grosería, pero no lo suficiente.
—Hoy es un día importante —dice Jared, feliz ignorante de lo que pasa por la mente de Jensen—. Bastante intenso. ¿Estás listo?
Sí, piensa Jensen, estoy listo, y se encoge de hombros.
—Andrew ha pasado mucho tiempo planeándolo, así que más me vale. Te voy a devolver el culo en una bandeja, Padalecki. Yo te aviso. —No es exactamente una broma. Jensen sabe que no va a contener nada.
Ésta es la única escena que no han practicado juntos, y es crucial. Andrew les dijo desde el principio que no quería que lo hicieran juntos hasta que tuvieran las cámaras alrededor, y los tuvo practicando por separado con entrenadores de actuación a lo largo de las semanas de rodaje. La idea era que fueran capaces de encajar cuando llegara la hora, y aun así habría un elemento de sorpresa, peligro, diferencia, y que eso marcaría la calidad de la película. Jensen aún tiene sus dudas, pero es un profesional y a estas alturas las palabras y gestos están grabadas en él, así que si algo va mal, está decidido a que no sea por su parte.
Jared se ríe.
—Tío, estoy aterrorizado. Siempre dabas miedo llevando esas preciosas pistolas falsas por ahí. —Su sonrisa se amplía—. Los adjetivos importantes en ese comentario son “precioso” y “falso”, por supuesto.
—Cállate —dice Jensen, y lucha por controlar su propia sonrisa—. Hay gente que sencillamente tiene más instinto con las armas que otros. Yo lo tengo. No te pongas celoso conmigo sólo porque yo soy de Bond y tú eres de Winnie The Poo. No es digno.
Jared niega con la cabeza y pone los ojos en blanco, dándole un puñetazo de broma en el hombro y haciéndolo apoyarse sobre los talones.
—Dime, Jen. ¿Tucabeza está realmente atrapada dentro de tu culo, o es sólo que le gusta estar ahí?
—¿Qué puedo decir? Mi culo es un lugar bastante agradable en el que estar —dice Jensen, encogiéndose de hombros y procurando no perder la expresión sincera—. Ahora apártate de mi vista, Padalecki, porque algunos tenemos cosas que hacer.
—Tío, eres tú el que está en el camino a Maquillaje —dice Jared, haciendo un gesto impotente al tráiler detrás de Jensen.
—Eso es lo que dicen todos —dice Jensen, y rodea a Jared—. Nos vemos en el set —le dice por encima del hombro antes de dirigirse a Vestuario.
Mientras se pone una camiseta sucia y ensangrentada y unos vaqueros rotos, piensa en la conversación, desglosándola palabra por palabra y gesto por gesto. Y mientras Ben le coloca rastros de sangre y mugre en los brazos, bajo la barbilla y en la rodilla, donde la tela de los vaqueros se rompe, se pregunta cuánto era real y cuánto trataba del dinero que no estará en su banco hasta que el rodaje termine.
Piensa que ha sido él mismo, pero no puede estar seguro, y lo está volviendo loco.
~
Cuando Jared llama a la puerta de su tráiler diez minutos antes de que tengan que llegar al set y le pregunta si quiere quedar luego en su casa –jugar al pool, nadar, echar un rato, lo que sea. Algo divertido. Nada especial, ¿sabes?–, todo felicidad, expectación y esperanza, Jensen dice “sí, suena bien” sin dudar siquiera.
Jared se va y el tráiler parece silencioso y vacío sin él. Jensen casi desearía que se hubiera quedado.
No necesita pensar en sus motivaciones esta vez, y quiere hundir la cabeza en la mesa y poner las manos encima, aislándose de todo lo demás. Pero ni siquiera puede hacer eso, porque destrozaría el maldito maquillaje.
~
—¿Sabes lo que hicieron? —dice Jensen, su voz un poco temblorosa a pesar de que el sólido mango de la pistola nunca ha estado más estable en el hueco de su mano izquierda—. Cuando me encontraron atado allí, preparado para ellos. ¿Sabes lo que hicieron, Tom? —Mira a través del espacio íntimamente iluminado, hacia Jared, y enuncia claramente—: Se rieron. Y después me rompieron los dedos. —Resopla y sonríe, expresión retorcida por el dolor y la malicia. Su otra mano está lacia a su costado, los dedos envueltos apresuradamente en una tela rota y sucia, y gira un poco la muñeca cuando los ojos de Jared se dirigen casi involuntariamente a su brazo para asimilar la evidencia física.
—Lo siento —dice Jared, y el rostro de Tom es sincero, abierto. Dave se pregunta cuánto de eso se debe a la pistola que apunta a su cabeza—. Créeme. No debió haber salido así…
—Y una mierda —gruñe Jensen, interrumpiéndolo con fiereza—. No se te ocurra intentar eso conmigo. ¡Me ataste a una puta silla y me dejaste allí! ¿Qué coño esperabas que pasara?
—No —dice Jared, voz aplacándose suavemente, y lo dice despacio, con cuidado, como si intentara razonar con un loco. Jensen sabe exactamente cuánto hace esa voz que Dave quiera pegarle un puñetazo, porque el sentimiento hierve a fuego lento en su interior—. Nunca has estado realmente en peligro, ¿verdad que no? Y era la única manera de que descubriéramos qué coño estaba pasando. Dime que había otra manera, una manera mejor, y joder, te dejaré que me dispares. —Extiende los brazos y sonríe de un modo que debería ser consuelo, pero es más bien un que te follen.
Jensen sabe que su propia expresión no es agradable.
—Si quiero dispararte, no creo que tú tengas mucho que decir al respecto —dice suavemente, completamente en serio.
No cree que las numerosas cámaras dispuestas alrededor de ellos hayan podido dejar pasar la ligera mueca de Jared ante sus palabras: el momento en el que Tom se da cuenta por fin de que Dave va en serio. Sabe que hay una enfocada exclusivamente en la cara de Jared, registrando cada reacción, igual que sabe que hay otra que lo sigue a él.
Da un paso vacilante, y luego otro, el arma aún extendida delante de él. No es el manejo experto que le enseñaron para Dean Winchester, el que decía ésta es mi arma y sé cómo usarla, gilipollas. No, esto es diferente, más incómodo, porque es la primera vez que Dave Benson coge un arma y apunta a alguien con ella, y hace falta algo más que un ataque de ira justificada para convertirse en un profesional de la artillería. Jared no tiene a donde ir porque el salón de Tom sencillamente no es muy grande, y por primera vez Jensen siente que él está en control de la situación. Le gusta.
—¿Sabes cómo te sientes cuando alguien te pisa el estómago, Tom? —pregunta, despiadado—. Quiero decir, cuando te pisan de verdad. Porque déjame decirte que no es tan divertido como podrías pensar.
—No —dice Jared, casi ignorándolo y sacudiendo la cabeza tercamente, como si se negara a creer lo que dice Jensen—. No tenían que hacerte daño. Tu tío…
—Sí, Tom. Mi tío —escupe, furioso—. El hombre al que no he visto en… joder, en años. El que solía pegarme cuando era crío. Me rompió la nariz una vez, ¿sabías eso?
Jared se pone completamente tenso, los ojos fijos en Jensen y su expresión extrañamente contraída.
»No —continúa él—. No, no sabías eso, ¿verdad? Porque ni una vez… ni una puta vez te planteaste contrastar los detalles de tu maravilloso plan conmigo. Comprobar si tal vez yo quería que me usaran como un puto cebo, Tom.
Da otro paso adelante y se detiene, respirando agitadamente en mitad del tenso silencio. Luego sonríe sombríamente, y hace un gesto con la pistola.
»De rodillas.
—No puedes hablar en serio —dice, y por primera vez desde que Dave ha llegado a su casa con una pistola, Tom suena inseguro.
—De rodillas o te vuelo los putos sesos ahora mismo —repite, sin vacilar, y observa cómo Jared expulsa el aliento entre los dientes y obedece lentamente.
Jensen sabe que uno de los guionistas añadió este momento concreto a la escena después de descubrir que sería Jensen quien actuara frente a Jared, en lugar de –por poner– un gigante. El tamaño de Jared siempre ha hecho que dejarlo en desventaja fuera difícil. Jensen mantiene que él no es exactamente bajo con su metro ochenta, pero Jared puede hacer que cualquiera parezca un enano. Se trata de hacer que la amenaza a la vida de Tom sea lo más realista posible, y tener a Jared mirando hacia arriba en el transcurso de la acción le proporciona ese pequeño matiz. A decir verdad, cuando Jensen se acerca un par de pasos, mirándolo desde su altura, le hace sentir un poco mareado.
Lentamente, coloca el cañón de la pistola contra la frente de Jared y se queda ahí un segundo, sólo respirando profundamente y observando los sentimientos de Tom atravesar el rostro de Jared.
—Oye —dice Jared al fin, algo dubitativo, como si no estuviera del todo seguro de si realmente podría morir por decir algo equivocado—. Oye, Dave, lo siento. —Hace una pausa—. No quería…
—No me pongas excusas —gruñe Jensen, su tono inesperadamente ronco, y presiona la pistola con más fuerza contra la frente de Jared, empujándolo hasta que tiene que poner una mano en la alfombra para mantener el equilibrio—. Me abandonaste como a una puta. —Mira fijamente a Jared, trazando el contorno de su boca, el filo de su pómulo, los ojos que se fijan en la mano sobre su nariz y pierden concentración un momento—. Me dejaste allí.
—Dave… —dice Jared, en voz baja, con un extraño énfasis en la palabra, y Jensen sacude la cabeza de un lado al otro, notando que la pistola bajo sus dedos empieza a notarse caliente y pegajosa por el sudor.
—No tienes derecho a opinar en esto —dice. Jared mira arriba y Jensen mira abajo, y si esto es diferente a ensayar con alguien que no era Jared, la idea está en un rincón escondido en su cabeza—. Me traicionaste y no tienes derecho a hablar.
Jared alza un poco la barbilla, los músculos del cuello moviéndose cuando traga saliva y asiente casi imperceptiblemente.
—Me gustabas. Puede que fuera lo más estúpido del mundo porque tú eres tú y… —Jensen hace una bola con su dolor y se agacha un poco para colarla mejor por la garganta de Jared—. Me gustabas. —Cierra la mano en un puño en torno al cuello de la camiseta de Jared, y aguanta ahí. Su rostro está justo al lado del de Jared, tan cerca que siente la calidez de su respiración en la cara, y la inútil imitación de una pistola sigue presionada con fuerza contra la frente de Jared, como si importara en lo más mínimo. Aguantan la mirada del otro durante un largo rato, metidos en el espacio personal del otro y en silencio, ignorando las cámaras por completo.
A Jensen le lleva más tiempo del que debería empujar finalmente a Jared hacia atrás y hundirse en el sofá, con los dedos aún blancos en el gatillo.
Cuando Andrew marca el final, mira a Jensen de una forma completamente distinta y sacude la cabeza firmemente.
—Vamos a tener que repetir ese trozo al final, puede que unos veinte segundos, porque quería la imagen de los dos juntos, en lugar de primeros planos, y no hay forma de que pudieras agarrar así la camiseta de Tom con los dedos rotos. Pero guardamos ésta. Tomaos un bien merecido descanso. —No suena en absoluto arrepentido al respecto.
La mitad del personal parece querer darle palmadas en la espalda por la actuación, murmurando cosas como “hostia puta, Ackles, eso se merece un Oscar”, y Jensen asiente distraídamente a todo el mundo mientras se quita el vendaje de los dedos y flexiona y relaja la mano, sacudiéndose la rigidez de encima.
Jared lo mira fijamente, pero ¿qué hay de nuevo en eso?
~
Está de pie en los escalones del tráiler, llave en la puerta y puerta abriéndose, cuando un “¡eh!” enfadado le hace girarse, una ceja alzada inquisitivamente. Jared avanza hacia él, pasos largos y furiosos que se comen la distancia entre ellos, y Jensen le echa un vistazo cauto antes de retirar la llave de la cerradura, volviéndose del todo para apoyar la espalda en el umbral abierto.
—¿Qué? —pregunta, un timbre en la voz que es casi exasperación, y sinceramente no esperaba que Jared mantuviera el paso. Sube los escalones, una mano repentinamente abierta sobre su pecho, y lo empuja hacia atrás, dentro del tráiler, siguiéndolo y cerrando a ciegas la puerta tras ellos, ojos duros fijos en su rostro.
—¿Qué coño, tío? —pregunta Jensen, hablando al mismo tiempo que suena el “así que así es como te sientes en realidad, ¿no?” del otro, fuerte y enfadado, fosas nasales abiertas y cuerpo invadiendo el espacio de Jensen, y si hay una señal de que Jared está jodidamente agarra-el-sombrero-porque-ésta-va-a-ser-épica cabreado, esas fosas nasales son la señal.
—Tío —dice Jensen, y tal vez debería tener más cuidado pero ha sido un día largo y ni siquiera son las tres—. Vas a tener que darme algo un poco mejor que eso. ¿De qué coño estás…?
—En el set —interrumpe Jared, y la palma de su mano está en el esternón de Jensen, puntualizando sus palabras con breves empujones hacia atrás—. Esa escena. Sólo porque nadie más lo haya notado, no intentes hacerme creer que no querías decir cada —empujón— puta —empujón— palabra —empujón.
La espalda de Jensen conecta de golpe con la pared del tráiler, y mira hacia arriba con odio cuando Jared le devuelve la mirada y no retrocede, colocando los brazos alrededor de su cuerpo para mantenerlo atrapado, esperando una respuesta. El cerebro de Jensen está gritando –cómo sus cuerpos están casi alineados, su contrato, el olor de Jared a maquillaje y jabón y sudor y…–
—¿Y qué pasa —pregunta Jensen, venenoso— si eso es verdad?
Jared se queda terriblemente quieto. Luego se echa atrás, y se pasa una mano por la nuca. Se queda en mitad del tráiler, y casi parece demasiado grande para caber en él.
—Tal vez —dice suavemente, tras un momento, con expresión condenatoria—, lo único que habría hecho falta es que me pidieras que me quedara. ¿Alguna vez pensaste en eso, Jen?
Jensen nota cómo su cara se enciende por la ira, el maquillaje aún estirando su piel.
—De ninguna manera vas a dejar todo esto sobre mis hombros, Jared. Ni de coña. —No cree haber estado tan furioso en su vida y Jared sigue mirándolo como si él fuera el que lo ha pasado mal—. ¿Tienes idea de cuántas ofertas tuve de dejar Supernatural? ¿Eh? ¿Y acepté alguna de ellas? No. —Su respiración se queda atrapada ruidosamente en su garganta y joderhostiaputa—. Porque amaba esa maldita serie, me encantaba trabajar en ella… Y ante la primera oferta que tú recibes, sales de allí cagando leches como si no tuvieras ni puta idea de lo que implica la lealtad.
Jared se lo queda mirando y se forman profundas arrugas en su frente, mientras busca qué decir.
—No lo sabía —empieza, y suena sincero. Sus manos se cierran en torno a la tela de su propia camisa como si no supiera qué hacer con ellas—. No me di cuenta. Debiste decir algo…
—Así que debí rogarte que te quedaras, ¿no? —acusa Jensen, agresivo—. Olvídalo, gilipollas.
Jared niega con la cabeza y resopla de frustración. Su expresión vuelve a ser dura, y su voz amarga cuando habla:
—Ése es tu puto problema, Jensen, ¿verdad? Demasiado orgullo. Demasiado jodidamente orgulloso como para siquiera…
—¿Qué?
Jared sonríe, y es una sonrisa pequeña y tensa y herida.
—Para admitir que yo te gustaba.
Jensen lo mira, se pasa una mano por la cara y se vuelve, cansado de toda esta mierda.
—A todo el mundo le gusta Jared Padalecki. Eres un tío jodidamente majo, ¿no es así?
—Que me querías.
Las palabras son suaves, esperanzadas, y hacen rechinar los dientes de Jensen.
—No te lo tengas tan creído, Jared —dice, con un acceso de risa intencionadamente cruel. No se da la vuelta para ver el daño que provoca—. No estás tan bueno.
Entonces la mano de Jared está en su hombro, obligándole a girarse, y el puño de Jared se hunde en su cara, destruyendo los cardenales de pega y haciendo que su pómulo palpite con un dolor que había olvidado podía ser tan intenso.
Jensen no vacila. Le devuelve el golpe como si hubiera estado deseándolo durante los últimos cinco años. Le devuelve cada éxito de peli comercial y cada portada de revista y el cuelgue que tiene su hermana pequeña por el hombre que tiene delante, aunque ella mataría antes de admitirlo. Le devuelve el golpe porque no cree que pueda superar nunca lo que implica Jared Padalecki y cree que eso podría estar matándolo por dentro.
Jared le hace perder el equilibrio con una patada en la espinilla y le clava el puño en el estómago y en el pecho y en los hombros y en la cara, con expresión contraída y furiosa. Parece que esté arrancándose su propio corazón.
Jensen sufre demasiado como para que le importe.
~
~ Capítulo 9 ~
no subject
Date: 2010-08-22 09:37 pm (UTC)No me atrevia a preguntar porque se que estas inmersa en otros fandoms y no queria ponerme pesada pero que sepas que yo sigo aqui, esperando los siguientes capitulos.
Mañana lo leeré, mientras que sepas que te quiero ♥♥♥♥♥♥♥
no subject
Date: 2010-08-22 09:41 pm (UTC)¡Espero que disfrutes el capi!, y que no te haga sufrir mucho para los dos que quedan, jeje.
no subject
Date: 2010-08-22 10:58 pm (UTC)Besotes <3
Mmmm... una cosita, seguro q en el original decia "omóplato"?
—En el set —interrumpe Jared, y la palma de su mano está en el omóplato de Jensen, puntualizando sus palabras con breves empujones hacia atrás—. Esa escena. Sólo porque nadie más lo haya notado, no intentes hacerme creer que no querías decir cada —empujón— puta —empujón— palabra —empujón.
¿Seguro que no era el esternón?, que los omóplatos son las paletillas y la última vez que miré estaban en la espalda xD
no subject
Date: 2010-08-23 12:18 am (UTC)Efectivamente, tienes toda la razón: Jared le está tocando el pecho, no la espalda, ha sido una confusión por mi parte, jeje. Ahora mismo edito, muchísimas gracias! Es un halago tanto que te hayas fijado como que vengas a contármelo, así que no dudes en comentarme estos detalles, los agradezco muchísimo ^_^
no subject
Date: 2010-08-22 11:39 pm (UTC)Y NO TE BAJONEES.
MIL GRACIAS POR REMONTAR EL FIC
no subject
Date: 2010-08-23 12:20 am (UTC)Muchas gracias por leer y comentar!
no subject
Date: 2010-08-23 01:26 am (UTC)no subject
Date: 2010-08-23 11:08 am (UTC)no subject
Date: 2010-08-26 01:54 pm (UTC)no subject
Date: 2010-08-26 07:30 pm (UTC)*__*
Date: 2010-08-29 07:22 pm (UTC)ahora lo leeré *__* y despues comento como la gente xD!!
graaaaaacias :3
Re: *__*
Date: 2010-08-29 07:36 pm (UTC)ah...omg...cuanto angst-
no te imaginas lo feliz que estoy en estos momentos T_T si hasta estoy rojita por ello xDD
gracias por seguir traduciendo *__* <3
(kurop0n)
Re: *__*
Date: 2010-08-30 12:13 pm (UTC)Un placer contribuir un poco a mejorar tu semana ;) Mucha suerte con tus exámenes, y ¡nos vemos en el próximo capi! =D
Nury
Date: 2010-11-04 12:56 pm (UTC)Re: Nury
Date: 2010-11-09 10:32 am (UTC)